BROTA

Bajo la superficie del suelo forestal se extiende una red viva que une raíces, hongos y microorganismos en una interacción constante. Esta red, conocida como micorriza, constituye la base invisible del bosque y de su capacidad para regenerarse.
Los hongos micorrícicos establecen asociaciones simbióticas con las raíces de las plantas, facilitando el intercambio de nutrientes y agua, y generando una red de comunicación biológica que sostiene la vida del ecosistema.
En la regeneración forestal y en la producción agroecológica bajo árboles, comprender su papel es esencial para diseñar suelos vivos y sistemas productivos resilientes.
1. Qué son las micorrizas
El término micorriza proviene del griego mykes (hongo) y rhiza (raíz), y describe la asociación simbiótica entre hongos del suelo y raíces vegetales.
En esta relación:
- El hongo aporta nutrientes minerales y agua que extrae del suelo.
- La planta provee azúcares y compuestos orgánicos generados por fotosíntesis.
Este intercambio se traduce en un beneficio mutuo que mejora la nutrición, la tolerancia al estrés y la supervivencia de ambas partes.
Las micorrizas son fundamentales en más del 90 % de las especies vegetales terrestres, lo que demuestra su papel evolutivo central.
2. Tipos de micorrizas
Existen dos grandes grupos de micorrizas, con funciones y estructuras diferentes:
a. Ectomicorrizas
- Forman una capa externa alrededor de las raíces finas.
- Son típicas de especies forestales como eucalipto, pino, roble, haya y sauce.
- Mejoran la absorción de nitrógeno y fósforo en suelos pobres o ácidos.
- Contribuyen a la formación de suelos estables y granulares, esenciales para la retención de agua.
b. Endomicorrizas (arbusculares)
- Penetran en el interior de las células de la raíz.
- Están presentes en la mayoría de las plantas herbáceas, frutales y hortalizas.
- Favorecen la absorción de fósforo, potasio y micronutrientes, además de estimular la defensa natural de las plantas.
En los ecosistemas mixtos o agroforestales, ambos tipos coexisten y conectan especies de diferentes estratos vegetales, manteniendo la estabilidad funcional del sistema.
3. Micorrizas y regeneración forestal
Durante la regeneración natural del bosque —ya sea tras una tala, incendio o degradación del suelo— las micorrizas son las primeras en restablecer la vida subterránea.
Sus principales aportes son:
- Facilitar la germinación y el establecimiento de plántulas en suelos empobrecidos.
- Conectar raíces jóvenes con árboles adultos, transfiriendo nutrientes a través de la red fúngica.
- Incrementar la tolerancia al estrés hídrico, al mejorar la captación de agua.
- Favorecer la recuperación de suelos degradados, estabilizando su estructura física y biológica.
Sin esta red micorrícica, la regeneración forestal sería más lenta y dependiente de aportes externos de materia orgánica.
4. El “internet del bosque”: redes de micelio y comunicación
Las investigaciones más recientes confirman que las micorrizas no solo transportan nutrientes, sino también moléculas de señalización que permiten la comunicación entre plantas.
A través del micelio —la red de filamentos fúngicos—, las plantas pueden:
- Advertir la presencia de plagas o estrés.
- Regular la germinación de semillas cercanas.
- Coordinar el uso del agua en condiciones de sequía.
Este fenómeno, conocido como “red micorrícica común”, transforma la visión del bosque: de un conjunto de individuos aislados a un organismo colectivo interconectado.
5. Factores que afectan la actividad micorrícica
La presencia y eficacia de las micorrizas dependen de la salud del suelo y de las prácticas de manejo:
- Compactación o laboreo profundo: destruye los filamentos miceliales.
- Uso de agroquímicos o fungicidas: reduce drásticamente la población fúngica.
- Ausencia de cobertura vegetal: limita el desarrollo del micelio.
- Exceso de fertilización química: inhibe la formación de simbiosis.
En cambio, prácticas como el mulching, la inoculación con micorrizas, la siembra de leguminosas y la reducción del laboreo estimulan su desarrollo natural.
6. Aplicaciones agroecológicas
La integración de hongos micorrícicos en sistemas productivos ofrece beneficios concretos:
- Huertas forestales: mejora la absorción de nutrientes y la resistencia al estrés hídrico.
- Agroforestería: acelera la integración entre árboles y cultivos.
- Reforestaciones y viveros: incrementa la supervivencia de plántulas nativas.
- Producción de bioinsumos: permite elaborar inoculantes naturales a partir de suelos saludables o compost maduro.
La inoculación controlada puede realizarse incorporando raíces finas, suelo forestal o preparados miceliales en la zona radicular de los plantines.
7. Indicadores de un suelo micorrícico activo
Un suelo con buena actividad micorrícica presenta:
- Hifas visibles en raíces finas o restos vegetales.
- Raíces sanas, de color claro y sin necrosis.
- Estructura grumosa y olor a bosque húmedo.
- Crecimiento uniforme y vigoroso de plantas en condiciones de baja fertilización.
Estos indicadores son señales de una red subterránea funcional y saludable, base de la regeneración natural y del rendimiento sostenible.
Conclusión
Las micorrizas representan la infraestructura invisible del bosque y de toda agricultura viva.
Su capacidad para conectar especies, regenerar suelos y sostener el flujo de nutrientes las convierte en aliadas fundamentales de la agroecología.
Favorecer su desarrollo no requiere tecnología compleja, sino respeto por los procesos naturales, mínima alteración del suelo y continuidad de la materia orgánica.
Allí donde el micelio prospera, el bosque se regenera y la tierra vuelve a ser fértil.
