DIVERSIDAD ESPECIFICA.

FUNDAMENTO ECOLÓGICO PARA SISTEMAS AGRÍCOLAS MAS ESTABLES Y PRODUCTIVOS.

En la naturaleza, ningún ecosistema funciona en base a una sola especie. Esta lógica también se aplica a la agricultura: cultivar diferentes especies en un mismo sistema no solo diversifica la producción, sino que mejora el funcionamiento ecológico del agroecosistema. Esta práctica se conoce como diversidad específica, uno de los pilares fundamentales de la agrobiodiversidad.

En este artículo técnico-educativo te explicamos qué es la diversidad específica, por qué es clave para la agroecología y cómo se puede implementar en huertas, chacras y sistemas productivos diversos.

¿Qué es la diversidad específica?

La diversidad específica hace referencia a la cantidad y variedad de especies diferentes presentes en un sistema agrícola. En otras palabras, indica cuántas especies distintas de cultivos (o animales) conviven en un mismo espacio y cómo se relacionan entre sí.

Ejemplos concretos:

  • Una huerta que cultiva acelga, zanahoria, lechuga, cebolla y arveja tiene mayor diversidad específica que una plantación exclusiva de soja.
  • Un sistema agroforestal que integra frutales, hortalizas y leguminosas combina especies de diferentes estratos y funciones.

A mayor diversidad específica, mayor capacidad del sistema de autorregularse y adaptarse a perturbaciones externas.

Beneficios ecológicos y productivos.

Implementar una alta diversidad específica genera múltiples beneficios:

  • Reducción natural de plagas y enfermedades: las especies actúan como barreras o refugios para enemigos naturales.
  • Mejora de la fertilidad del suelo: algunas especies (como las leguminosas) fijan nitrógeno, otras protegen la cobertura del suelo.
  • Eficiencia en el uso de recursos: especies con raíces, alturas y ciclos distintos aprovechan mejor el agua, la luz y los nutrientes.
  • Estabilidad frente al cambio climático: sistemas diversos resisten mejor sequías, lluvias intensas o temperaturas extremas.
  • Diversificación alimentaria: más especies, más variedad nutricional en la dieta.

Diversidad específica vs. monocultivo.

El monocultivo, caracterizado por el cultivo extensivo de una sola especie, es altamente vulnerable: requiere grandes cantidades de insumos (fertilizantes, pesticidas, agua) para sostenerse.

En cambio, los sistemas con alta diversidad específica:

  • Disminuyen la dependencia de agroquímicos.
  • Son más resilientes ecológicamente.
  • Favorecen el equilibrio natural entre flora, fauna y microbiota del suelo.

La diversidad específica transforma el campo en un sistema vivo y no en una fábrica de un solo producto.

Estrategias agroecológicas para fomentar la diversidad específica.

1. Policultivos

Cultivar varias especies simultáneamente en una misma parcela. Ejemplo: maíz, poroto y zapallo (asociación tradicional mesoamericana).

2. Rotaciones y sucesiones

Cambiar las especies de cultivo en una misma parcela a lo largo del tiempo para mantener el equilibrio del suelo y romper ciclos de enfermedades.

3. Huertas mixtas

Espacios donde se combinan especies de distinto porte, familia botánica y ciclo. Ideal para pequeños espacios y agricultura familiar.

4. Integración animal–vegetal

Sistemas donde se crían animales junto con cultivos o pasturas, promoviendo reciclaje de nutrientes y control de malezas.

Más especies, más equilibrio.

La diversidad específica es una herramienta técnica que aporta sustentabilidad, salud ecológica y nutrición diversa. Al promoverla, no solo se cuidan los cultivos, sino también los ecosistemas que los sostienen y las personas que se alimentan de ellos.

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