BROTA

Los bosques nativos constituyen uno de los pilares más importantes de la vida terrestre. A través de su estructura compleja y su diversidad biológica, regulan los ciclos del agua, del carbono y de los nutrientes, sosteniendo la fertilidad del suelo y el equilibrio climático.
En el contexto agroecológico, reconocer el valor de los servicios ecosistémicos que prestan los bosques es fundamental para diseñar sistemas agrícolas que no solo produzcan alimentos, sino que contribuyan activamente a la regeneración del territorio.
1. Qué son los servicios ecosistémicos
Se denominan servicios ecosistémicos a los beneficios directos e indirectos que los ecosistemas naturales brindan a las personas. Se agrupan en cuatro categorías principales:
- Servicios de provisión: alimentos, madera, agua, fibras, resinas y principios medicinales.
- Servicios de regulación: control del clima, del agua, de la erosión, de plagas y enfermedades.
- Servicios de soporte: formación del suelo, polinización, reciclaje de nutrientes y fotosíntesis.
- Servicios culturales: identidad territorial, recreación, conocimiento y valor espiritual.
En los bosques nativos, estos servicios operan de manera integrada, formando redes ecológicas complejas que no pueden ser reemplazadas por plantaciones homogéneas.
2. Función del bosque en la conservación del suelo
El bosque protege el suelo de la erosión hídrica y eólica gracias a su cobertura permanente y a la estructura de sus raíces.
Las hojas y ramas caídas —la hojarasca— forman una capa de materia orgánica que:
- Modera la temperatura y humedad superficial.
- Fomenta la actividad microbiana.
- Favorece la agregación del suelo y su capacidad de infiltración.
Los árboles actúan como biorreguladores del ciclo hidrológico, reduciendo la escorrentía superficial y aumentando la recarga de acuíferos. Cuando los bosques se eliminan, estos procesos se interrumpen, provocando degradación, compactación y pérdida de fertilidad.
3. Regulación del clima y del ciclo del agua
Los bosques influyen en el clima tanto a escala local como global. Mediante la evapotranspiración, liberan vapor de agua que regula la humedad atmosférica y contribuye a la formación de nubes.
Además, el dosel forestal absorbe dióxido de carbono (CO₂) y lo almacena en forma de biomasa, actuando como sumidero de carbono.
En Argentina, los bosques nativos de las Yungas, el Chaco y la Selva Misionera cumplen un papel crucial en la regulación hídrica de grandes cuencas, protegiendo nacientes y reduciendo el riesgo de inundaciones y sequías.
4. Biodiversidad: la base del equilibrio ecológico
Cada bosque nativo alberga una red de especies interdependientes: árboles, arbustos, hierbas, hongos, insectos, aves y mamíferos que cumplen funciones ecológicas específicas.
Esta diversidad garantiza:
- Polinización natural de cultivos.
- Control biológico de plagas.
- Ciclos estables de nutrientes.
- Resiliencia frente a perturbaciones.
Cuando se reemplazan los bosques por monocultivos, se pierde no solo la biodiversidad visible, sino también la biota del suelo, esencial para mantener la fertilidad y la salud de los ecosistemas agrícolas.
5. Interdependencia entre bosque y agricultura
Los agroecosistemas no existen aislados: dependen de los servicios ecológicos que provienen de los bosques.
En este sentido:
- Los bosques protegen las fuentes de agua utilizadas para riego.
- Aportan polinizadores y enemigos naturales que benefician a los cultivos.
- Estabilizan el microclima y reducen las oscilaciones térmicas.
- Enriquecen el paisaje y aumentan la conectividad ecológica.
Por eso, integrar franjas de vegetación nativa o conservar relictos forestales dentro de predios agrícolas es una práctica agroecológica fundamental para mantener la productividad a largo plazo.
6. Restauración y manejo sustentable
La recuperación de bosques degradados requiere combinar estrategias técnicas y comunitarias. Entre ellas:
- Reforestación con especies nativas adaptadas al ecosistema local.
- Exclusión de ganado en etapas iniciales para permitir la regeneración natural.
- Control de especies exóticas invasoras.
- Monitoreo participativo de biodiversidad y calidad del suelo.
La restauración ecológica es una inversión en capital natural que mejora la capacidad productiva del paisaje y reduce la dependencia de insumos externos.
Conclusión
Los bosques nativos no son un espacio improductivo ni un obstáculo para el desarrollo agrícola: son la infraestructura ecológica que sostiene la vida y la producción.
Reconocer y proteger sus servicios ecosistémicos es esencial para una agricultura verdaderamente sostenible.
Desde la agroecología, el desafío consiste en reconstruir el vínculo entre bosque y cultivo, comprendiendo que la fertilidad del suelo, el agua disponible y la estabilidad climática dependen, en última instancia, de la salud del bosque que los rodea.
