BROTA

El reemplazo masivo de bosques nativos por plantaciones homogéneas de eucalipto ha provocado transformaciones ecológicas de gran escala. Frente a la pérdida de biodiversidad, el agotamiento del suelo y la disminución de la disponibilidad de agua, surge la necesidad de rediseñar los modelos forestales bajo principios agroecológicos.
Lejos de eliminar completamente al eucalipto, se trata de integrarlo de forma racional y diversificada, reconociendo su potencial productivo pero dentro de sistemas que prioricen la regeneración del ecosistema.
1. Enfoque agroecológico en el manejo forestal
La agroecología propone una mirada sistémica del territorio, donde los árboles no son elementos aislados, sino componentes funcionales del agroecosistema.
Aplicar este enfoque al ámbito forestal implica:
- Favorecer la diversidad biológica sobre la homogeneidad.
- Sustituir la lógica extractiva por una lógica regenerativa.
- Diseñar plantaciones que imiten la estructura de un bosque natural.
- Promover la autonomía local en el manejo y la reproducción de especies.
Estas premisas orientan el desarrollo de modelos forestales alternativos que equilibran productividad, conservación y bienestar social.
2. Sistemas agroforestales diversificados
Los sistemas agroforestales (SAF) integran árboles, cultivos y animales en una misma superficie, aprovechando las interacciones ecológicas entre los distintos estratos.
Entre sus beneficios principales:
- Incrementan la fertilidad del suelo mediante el aporte constante de hojarasca y raíces activas.
- Mejoran la retención de agua y reducen la erosión.
- Aumentan la resiliencia climática y la estabilidad productiva.
- Generan renta diversificada (madera, frutas, forraje, miel, semillas, etc.).
En lugar de sustituir los eucaliptos de forma abrupta, pueden intercalarse con especies nativas o cultivos de cobertura que regeneren la vida del suelo y atraigan polinizadores.
3. Plantaciones mixtas con especies nativas
La mezcla planificada de eucaliptos con árboles nativos constituye una estrategia de transición hacia sistemas forestales más estables.
Al combinar especies de distinto porte, crecimiento y función ecológica, se logra:
- Diversificar el dosel y aumentar la infiltración lumínica.
- Restablecer la cadena trófica del suelo y del follaje.
- Proporcionar hábitat para fauna local.
- Disminuir la vulnerabilidad frente a plagas y enfermedades.
Ejemplos exitosos se observan en el Litoral argentino, donde se integran Eucalyptus grandis con especies como timbó, lapacho, algarrobo o ceibo, reduciendo el impacto ambiental sin perder rendimiento económico.
4. Cortinas forestales ecológicas y corredores biológicos
Las cortinas forestales —franjas de árboles que bordean cultivos o pasturas— cumplen múltiples funciones: reducen la velocidad del viento, protegen el suelo, moderan la evapotranspiración y aumentan la conectividad ecológica.
Cuando se diseñan con especies nativas o naturalizadas, pueden transformarse en corredores biológicos que facilitan el desplazamiento de polinizadores y aves, restaurando la dinámica natural del paisaje.
Los eucaliptos pueden formar parte de estas cortinas si se alternan con otras especies, respetando distancias adecuadas y evitando el cierre completo del dosel.
5. Silvicultura regenerativa
La silvicultura regenerativa plantea un cambio de paradigma: producir madera o biomasa sin comprometer la integridad del ecosistema.
Sus principios se basan en:
- Mantener suelos cubiertos y vivos durante todo el ciclo.
- Promover la regeneración natural entre turnos de corta.
- Minimizar la remoción del suelo y el uso de maquinaria pesada.
- Integrar la planificación forestal con la gestión hídrica y la biodiversidad.
Este enfoque es especialmente relevante para transformar eucaliptales degradados en bosques funcionales con alta capacidad de secuestro de carbono y conservación de agua.
6. Reforestación participativa y recuperación comunitaria
La restauración de ecosistemas forestales no es solo un proceso técnico, sino también social y cultural.
Los proyectos de reforestación con especies nativas impulsados por comunidades rurales, cooperativas o escuelas agroecológicas fortalecen la soberanía territorial y el conocimiento local sobre el uso de los recursos naturales.
Estas experiencias demuestran que la gestión colectiva del bosque puede ser una herramienta de reparación ecológica y cohesión social.
Conclusión
Sustituir el monocultivo por la diversidad es el paso esencial hacia un modelo forestal verdaderamente sustentable.
Los eucaliptos pueden conservar un papel productivo dentro de los sistemas agroecológicos, siempre que su implantación se planifique en función del agua, el suelo y la biodiversidad.
La clave está en redefinir el bosque como una comunidad viva, donde cada especie —nativa o exótica— participe de un equilibrio mayor.
Solo así será posible transitar de la extracción a la regeneración, y construir paisajes que produzcan sin destruir.
