BROTA

En agroecología, el suelo no es un soporte inerte: es un organismo vivo que respira, se transforma y alimenta toda la red productiva. Su fertilidad no depende de insumos químicos, sino de la capacidad de conservar, regenerar y circular los nutrientes de forma natural.
En este artículo, exploramos las estrategias centrales del manejo agroecológico del suelo, para ayudarte a construir una base fértil, equilibrada y sostenible en tu huerta o finca.
¿Por qué el suelo es el corazón de la agroecología?
El suelo regula el agua, almacena carbono, nutre las raíces y alberga millones de microorganismos esenciales. Un suelo sano es clave para prevenir plagas, soportar sequías y producir alimentos de calidad sin agrotóxicos.
Cuando se empobrece por laboreos intensivos, fertilizantes solubles o monocultivos, pierde vida y estructura. La agroecología busca revitalizarlo desde adentro, con prácticas accesibles y regenerativas.
Estrategias para recuperar y sostener la fertilidad natural
1. Compostaje
Transformá residuos orgánicos (de cocina, hojas, estiércol) en abono rico en microbiota, que mejora la estructura del suelo y aporta nutrientes.
2. Abonos verdes
Sembrá especies como vicia, mostaza o avena entre ciclos productivos. Incorporarlas al suelo en verde mejora el contenido de nitrógeno y la aireación.
3. Mulch o cobertura vegetal
Cubrir el suelo con paja, restos de poda o materiales secos evita la evaporación, frena la erosión y alimenta a los organismos del suelo.
4. Lombricompuesto
Las lombrices rojas californianas generan un abono de alta calidad, ideal para estimular la vida microbiana y retener humedad.
5. Abonos fermentados (bokashi)
Fertilizante rápido y potente que se elabora con salvado, melaza, estiércol y microorganismos eficaces. Ideal para suelos degradados.
Evaluación agroecológica de la fertilidad
No siempre necesitás un laboratorio para saber si tu suelo está sano. Podés observar:
- Color oscuro y aroma agradable (signo de materia orgánica activa).
- Presencia de lombrices, insectos y raíces sanas.
- Buena infiltración del agua (sin encharcamientos ni escurrimiento).
- Crecimiento vigoroso de las plantas.
Llevá una bitácora para registrar tus observaciones, prácticas y resultados. La mejora del suelo es un proceso continuo.
Recomendaciones clave
- No uses fertilizantes solubles ni laborees en exceso.
- Alimentá el suelo con residuos vegetales y cobertura permanente.
- Rotá cultivos y combiná especies de raíces profundas y superficiales.
- No siembres en suelos anegados, secos o compactados sin restauración previa.
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